martes, 7 de noviembre de 2017

El Che Guevara frente a Lenin y la revolución bolchevique

El Che Guevara frente a Lenin y la revolución bolchevique

Néstor Kohan - La Haine

Lenin y el Che recibieron el mismo tratamiento. Eso los unifica, pero con un matiz importante: el Che era tan polifacético que fue más manipulado que Lenin
La manipulación
Indomesticable. Indigerible. Hueso duro de roer. La sola mención de su nombre hace temblar a empresarios, banqueros, policías, militares, agentes de inteligencia. Con Lenin jamás pudieron. Les sigue generando pánico, desesperación y horror. Lo mismo sucede con muchos de sus discípulos. Después de muertos, se los pretendió tergiversar y distorsionar. Frente a varios revolucionarios se intentó esa operación. Lenin y el Che recibieron el mismo tratamiento. Eso los unifica, pero con un matiz importante: el Che era tan polifacético que fue más manipulado que Lenin. Al Che lo intentaron diluir en veinte identidades diferentes.
Si bien Lenin fue más resistente, hubo dos corrientes que intentaron manipularlo también: la primera, el estalinismo, que lo convirtió en un precursor de Stalin y generó un daño enorme que llegó incluso al culto a su personalidad. La segunda gran manipulación fue la del euro-comunismo. Si la del estalinismo quedó en el museo de las ideas como caricatura, la del eurocomunismo todavía persiste de un modo reciclado, porque detrás de ella estaban muchos intelectuales que tenían y tienen mucho prestigio en las universidades.
A partir de inicios de los setenta, después de la crisis del Mayo Francés, los Partidos Comunistas italiano, francés y español lanzan esta corriente y abandonan el proyecto de toma del poder, renuncian a la revolución a cambio de permanecer en la legalidad burguesa, en lo que representa una segunda tergiversación de Lenin. Muchos de esos intelectuales abandonan el marxismo y tienen una gran influencia en América Latina. Es tan nocivo el eurocomunismo que todavía hoy sigue reciclado (son los famosos exponentes de las metafísicas "post": posmodernismo, posestructuralismo, posmarxismo).
Antonio Gramsci, todavía peor que con Lenin y el Che, fue quien más sufrió la manipulación: fue convertido en un "virtual socialdemocráta partidario de los acuerdos electorales", mientras a Rosa Luxemburgo la transformaron en una "demócrata liberal y pacifista", Trotsky se convirtió en un "simpático e inofensivo disidente", Walter Benjamin en un inocuo "crítico literario" y así de seguido. Esa fue la manipulación histórica que se pretendió emplear y llevar a cabo con toda esta pléyade de revolucionarios. Pero Lenin resistió, quizás más que todos los demás, porque es el día de hoy que sigue siendo un indigerible. Cualquier referencia a Lenin se asocia automáticamente con la confrontación a fondo contra el aparato del Estado burgués, se lo vincula de manera indeleble con la violencia revolucionaria, y por eso está tan demonizado.
Al Che también se lo intentó manipular por diversas vías: se lo dibujó como "pacifista", como supuesto "enemigo de Fidel", algunos lo convirtieron en maoísta, otros en trotskista, algunos más -Argentina fue uno de los epicentros de esta última operación- en un vulgar "foquista" y por supuesto en un "romántico voluntarista" que pretendía hacer revoluciones sin analizar las condiciones concretas y al margen del movimiento popular. En el peor de los casos, se lo transformó en un inofensivo "mártir", proclive al suicidio (personal y político). Como síntesis, tanto Lenin como el Che fueron víctimas de la misma operación distorsiva, pero creo que en este punto Lenin tuvo mejor suerte. En general, se sigue asociando a Lenin con una izquierda no institucional, de confrontación violenta pero a su vez, le adosan cosas falsas: que el leninismo pretende "sustituir a la clase obrera", que hace culto de un pequeño grupo de conspiradores al margen del sentido común popular, que pretende inocular la conciencia "desde afuera" (no desde afuera de la lucha meramente económica-reivindicativa, sino desde afuera de los movimientos sociales, lo cual es algo completamente distinto). Como no pudieron cooptarlo, le atribuyen la imagen de un marxismo rudimentario.
A contramano de las "ortodoxias"
Tanto Lenin como el Che estructuran su pensamiento y su práctica política en polémica con el marxismo oficial de su época: Lenin contra el marxismo oficial de la II Internacional y el Che contra el de la URSS. Los dos plantean un marxismo revolucionario, ambos expresan el ala izquierda al interior del marxismo revolucionario mundial, crítico de las instituciones capitalistas. Quizás una de las principales diferencias resida en que Lenin tuvo maestros muy determinados, en cambio el Che fue mayormente autodidacta, aunque lo ayudó a estudiar El Capital un hispano-soviético poco conocido llamado Anastasio Mansilla. Con Mansilla organizaron dos grupos de lectura de El Capital, uno con Fidel, el Che y Carlos Rafael Rodríguez, y otro con el Che, Orlando Borrego (que nos ha brindado gran testimonio de esas experiencias poco conocidas, en sus libros y en entrevistas escritas y filmadas que le hemos realizado, accesibles en sitios como www.lahaine.org o www.rebelion.orgwww.cipec.nuevaradio.org y en youtube bajo el sello "Brancaleone Films") y sus compañeros del Ministerio de Industrias.
Mientras que Lenin tuvo dos maestros muy eruditos, uno ruso, Jorge Plejanov, y otro alemán, Karl Kautsky. Años después, Lenin tiene una actitud "parricida" y rompe con sus dos maestros (al igual que Rosa Luxemburg, quien en este punto se anticipó incluso al líder bolchevique que tanto la admiraba y quien le rinde emocionado homenaje cuando la socialdemocracia la asesina) porque Plejanov y Kautsky arrastraban una mentalidad del siglo XIX, un socialismo evolucionista y determinista no demasiado diferente al de su "enemigo" Eduard Bernstein, abuelo del reformismo contemporáneo.
En ese sentido, Lenin y el Che son heterodoxos con respecto al marxismo de su época. El Che incluso un poco más. Sin eclecticismo, expresaba una heterodoxia muy creadora, por eso se permitía leer a Paul Sweezy de la Monthly Review, a León Trotsky y a Ernest Mandel, a los maoístas (desde Mao a Charles Bettelheim), a Simón Bolívar, estudiaba sobre la vida de los revolucionarios cubanos Antonio Guiteras y Julio Antonio Mella, leyó y estudió por su cuenta a Aníbal Ponce y a José Carlos Mariátegui. Se permitió leer de todo. Lenin fue más sistemático en sus lecturas, con saberes, si se quiere, más "organizados", de cuales primero aprende y luego rompe definitivamente con ellos, durante la primera guerra mundial.
Si los comparamos, la vida del Che fue más corta, no tuvo tanto tiempo de revisar, pero sí de cambiar su pensamiento inicial. En su juventud Guevara admiraba a Stalin y después pudo conocer a la URSS y al sistema del Este europeo de primera mano: terminó siendo radicalmente crítico.
Pero todos esos materiales escritos muy críticos se empezaron a conocer recién hace una década, gran parte de América Latina (desde la derecha más feroz a la izquierda más tradicional) no conoce el pensamiento profundo del Che porque es muy reciente la publicación de dichos escritos. Lo que quedó es la imagen del "guerrillero heroico y sacrificado", como lo enaltecieron y homenajearon los cubanos desde la isla indómita, pero se conoce poco su crítica a la economía política de los soviéticos, sus estudios sobre El Capital de Marx, su estudio pormenorizado de Lenin, sus lecturas heterodoxas de Wright Mills, György Lukács, León Trotsky, Mao Tse Tung, etc. De hecho en Argentina la izquierda eledctoralmente predominante es hasta el día de hoy profundamente anti-Che Guevara. Incluso hasta intelectuales que han pertenecido a comités centrales de partidos marxistas tradicionales, hoy en el centro de la política electoral, se han animado a afirmar en privado o en público que "el Che era un abnegado militante pero... ¡no entendía nada o muy poco de marxismo!". Curiosamente quienes afirman semejantes disparates ni siquiera han leído sus apuntes críticos de economía o sus Cuadernos teóricos de Bolivia. Muchos de esos furiosos y obsesivos anti-guevaristas no conocen ni siquiera la existencia de dichos libros, no han tenido acceso ni al índice, por no hablar de la lectura y el estudio detallado de los mismos.
Revolución y/o gestión en la transición socialista
Tanto Lenin como Guevara actuaron en países no desarrollados. A ambos les toca estar al frente del Estado revolucionario en sociedades periféricas, dependientes, donde se articulan de forma combinada relaciones sociales de avanzada con otras de lo más atrasadas.
Cuando el Che analiza las medidas económicas de Lenin posteriores a 1921 no lo condena, sino que lo comprende críticamente: entiende que no tenía más remedio que retroceder o hacer concesiones porque el país en el que triunfó la revolución bolchevique en 1917 había sido invadido por catorce ejércitos extranjeros... ¿quién puede resitir eso? Ese país, esa sociedad y ese pueblo heroico resistieron y ganaron aquella guerra civil (que duró unos tres años), pero la naciente Unión Soviética quedó exhausta, la clase obrera destruida y hambrienta, los cuadros debilitados. En ese contexto, Lenin, inigualable estratega, decide retroceder momentáneamente con la NEP [Nueva Política Económica], darle aire al mercado para recobrar fuerzas y volver a acelerar. Pero en mitad de aquello, enferma y muere y no tiene el tiempo histórico para cambiar el rumbo.
El problema fue el estalinismo, que transformó medidas transitorias y coyunturales de Lenin (obligado a adoptarlas por la debilidad de las circunstancias) en un camino estratégico y permanente. Lo que en Lenin había sido pensado como algo momentáneo, se termina de imponer con Stalin y sus continuadores hasta los tiempos de la Perestroika, pasando por Kruschov, donde se pretende una legitimación histórica del mercado como vital para una sociedad post-capitalista. Así terminaron todos esos intentos de conjugar socialismo con mercado. Una lección histórica que no deberíamos olvidar en los tiempos actuales.
Guevarismo, un leninismo latinoamericano
Según nuestro punto de vista y nuestra lectura histórica y política, el guevarismo constituye la aplicación creadora, no mecánica, del leninismo a un continente del Tercer Mundo. Si bien Lenin es un pensador universal, y no escribió sólo para Rusia, hasta hoy se escuchan algunas supuestas apologías (desde ensayos sueltos a biografías comerciales) que pretenden reducirlo a un mero "pensador ruso". Ya Antonio Gramsci, otro gran y estricto leninista, en los Cuadernos de la cárcel (principalmente en los cuadernos 11 y 13), afirma sin dudar que en Lenin nos encontramos frente a un pensador universal (no simplemente ruso). El Che Guevara opina algo análogo, pero en su leninismo el componente tercermundista está más enfatizado. Sus principales ideas y planteos están en germen en el pensamiento de Lenin: por ejemplo la teoría de que el imperialismo es un sistema mundial con un desarrollo desigual. Núcleo y semilla de la posterior teoría marxista de la dependencia (complemento de la obra de Lenin desde Nuestra América) sintetizada en la obra de sus exponentes más radicales como Ruy Mauro Marini o Theotonio Dos Santos: existen centros, semiperiferias y periferias, hay países capitalistas imperialistas, hay colonias, semicolonias, sociedades y países dependientes. El capitalismo jamás es homogéneo ni plano sino un sistema mundial con dominaciones estructurales.
Adelantándose a esta teoría inspirada en una lectura tercermundista de Lenin, el Che era un profundo leninista. Existe por ejemplo una foto del Che en su estudio personal, en su casa en La Habana, con las Obras Completas de Lenin. Otra foto de un homenaje a Lenin con un Che sonriendo y detrás suyo un gran cuadro del líder bolchevique.
De todas las facetas de Lenin, al Che le atraía más el Lenin revolucionario, el de la insurrección, el conspirador y no tanto el de la gestión, el estadista que tiene que hacer concesiones momentáneas y/o coyunturales. El guevarismo costituye un leninismo del mundo periférico y dependiente. Una actualización de las principales enseñanzas de la revolución bolchevique para el Tercer Mundo y Nuestra América.
Pero ni el Che ni Lenin son dos individuos aislados, sino integrantes de una corriente mundial (el marxismo revolucionario), que comparten con muchos otros personajes y movimientos. En nuestra opinión, el Che es la máxima expresión de esta corriente que en Nuestra América buscó apropiarse creadoramente de Lenin y el pensamiento bolchevique (sus osadías, sus irreverencias, las heterodoxias de esa "revolución contra El Capital" como afirmó, provocadoramente Gramsci) en clave latinoamericana. Sobre todo, en la línea de izquierda revolucionaria de Roque Dalton, de Miguel Enríquez, de Carlos Fonseca, de Manuel Marulanda, de Camilo Torres, de Turcios Lima, de Carlos Marighella, de Raúl Sendic, de Mario Roberto Santucho, y de tantos otros y otras.
Lenin, el Che y nuestro presente
¿Cómo actualizar y apropiarnos hoy de ese inmenso bagaje histórico? En nuestra opinión, construyendo una izquierda anti-sistémica y no institucional que intente manejar todas las formas de lucha. Una corriente en la cual el eje de su estrategia no pase exclusivamente por lo electoral, aunque circunstancialmente pueda participar en elecciones, ni exclusivamente por lo sindical, aunque también participe desde un ángulo clasista en la lucha económica reivindicativa del mundo laboral. Porque uno de los principales problemas de nuestra historia es que se construyeron organizaciones abnegadas y perseverantes, pero muchas veces unilaterales. O se armaron partidos exclusivamente electorales o se priorizó de manera unilateral la lucha armada, o se desarrollaron movimientos sociales, sindicales y barriales que no pudieron dar su salto a la política. Nos costó mucho articular los diferentes frentes de lucha al mismo tiempo. El enemigo (externo e interno) apostó a impedir la formación de esa izquierda revolucionaria leninista-guevarista que abarque todos los frentes de lucha. La actualidad de Lenin y del Che no es sólo argentina, es latinoamericana. Los dos eran internacionalistas convencidos.
Hay que pensar una izquierda continental que no opere en un sólo país. Fidel Castro, dijo alguna vez: "¡Nuestro campo de batalla abarca sencillamente todo el mundo!". Hoy en día, la opción es reconstruir una izquierda articulada a escala internacional (pues el capitalismo es un sistema mundial con un mercado mundial, monedas nacionales o regionales pero con un dinero mundial, empresas industriales, bancos y firmas que operan a escala internacional y alianzas político-militares que también son internacionales). Una izquierda que no se limite a las instituciones y que se anime y se proponga manejar todas las formas de lucha. Ese es el gran desafío.
La utilidad y pertinencia de Lenin y del Che nos pueden ayudar a instalar problemas, proyectos y tareas que no están en la agenda cotidiana de la izquierda (en sus más variadas tribus). Parece que hoy la discusión pasa por quién va de candidato. Eso explica que ni el Che ni Lenin ni la izquierda más radicalizada estén "de moda". Recordemos que la corriente leninista-guevarista ha sido muy golpeada. No perdió debates teóricos. Fue castigada y perseguida a sangre, tortura y fuego en los campos de concentración y en vuelos de la muerte, con la violencia furiosa y desatada de "los de arriba". En Argentina, de hecho, fue el enemigo número uno de la dictadura (Videla lo reconoció explícitamente antes de morir. Le puso nombre y apellido a su principal enemigo: Mario Roberto Santucho... "a confesión de parte, relevo de pruebas", sentencia el refrán popular y la fórmula jurídica que lo acompaña). Por eso fue casi aniquilada, de allí la dificultad para competir con otras izquierdas, moderadas, institucionales, con jerga radical y prácticas reformistas, que no han sido tan golpeadas. Nuestra esperanza es que surjan nuevas lecturas de Lenin. El Che puede ayudar mucho a ese marxismo heterodoxo: las irreverencias del Che pueden ser un gran aliciente para recuperar a Lenin y reconstruir una izquierda digna y sólida que se haga respetar, en lugar de mendigar "un lugarcito" dentro del sistema.
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Bibliografía


Kohan, Néstor (2003-2005): Ernesto Che Guevara: El sujeto y el poder, Buenos Aires, Editorial Nuestra América-La Rosa Blindada, 2003. Segunda edición corregida y aumentada que incluye un nuevo prólogo de Michael Löwy. Buenos Aires, Editorial Nuestra América, 2005). 

En la selva (Los estudios desconocidos del Che Guevara. A propósito de sus «Cuadernos de lectura de Bolivia»), Caracas (Venezuela), Misión Conciencia, 2011. Reeditado en Uruguay, Argentina, Chile, Colombia, León (Estado español), Galiza (traducido al gallego-portugués). 
Lenin: la pregunta del viento, Caracas, Editorial Trinchera-Ediciones Estrella Roja-Editorial Amauta Insurgente. 
[compilador] (2017): Lenin y las ciencias sociales, Buenos Aires, Ediciones Amauta Insurgente [Cuaderno Nº5 de la Cátedra "De la teoría social de Marx a la teoría crítica latinoamericana", Carrera de Sociología, UBA].
Texto completo en: https://www.lahaine.org/el-che-guevara-frente-a

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